Los opinantes españoles andan revueltos estos días y al igual que Don Mariano y sus compinches, quizás por miedo a un vuelco en las encuestas, parecen empeñados en romper la ilusión que en el mundillo de la izquierda ha representado la elección de Alfredo Pérez Rubalcaba como candidato a la presidencia del gobierno, en las próximas elecciones generales del 20 de noviembre.
Que ha sido nombrado a dedo y no elegido por los militantes con una primarias o a través de un congreso; que si hay una bicefalia en el PSOE, que si…. ; Pero lo peor es cuando se le supone la incapacidad para aplicar las medidas que propone, al no haberlas aplicado estando en el gobierno. Una falacia a todas luces, por cuanto las circunstancias no son las mismas ahora que hace uno o dos años, cuestión del todo lógica en unos tiempos de crisis donde los cambios se suceden con inusitada rapidez y por mucho que se diga, sin tiempo a preverlos.
Hagamos un poco de memoria, y veremos que en 2008 no solo Zapatero, si no una buena parte de los dirigentes Europeos, se proclamaron Keynesianos de pura cepa, predicando aquello que con la inversión pública y el consiguiente aumento del déficit y la deuda, se daba tiempo a la recuperación de la inversión en el sector privado. Fruto de esta teoría fueron los llamados Planes Zapatero que gestionados a través de los ayuntamientos, procuraron una cierta contención del desempleo, particularmente en el sector de construcción el más afectado por el estallido de la burbuja inmobiliaria. Más adelante en 2010, el mundo se da cuenta que el tema va para largo, que la crisis no es un simple vaivén a los que nos tiene acostumbrados el sistema capitalista, si no que se trata de un semi colapso del propio sistema, fruto de la desregulación del sector financiero que en nombre de una mal entendida libertad, la llamada revolución neocon en los 90, había procurado. Todo el mundo entiende en aquellos momentos, que no se puede seguir incrementando los déficits y la deuda pública y privada y que son imprescindibles una serie de ajustes a este fin.
Zapatero como presidente del gobierno español, y dada la dependencia de nuestro país del crédito internacional, no para financiar una deuda pública excesiva, que no la teníamos ni tenemos, si no para paliar una crónica falta de liquidez, consecuencia en parte del estallido de la burbuja inmobiliaria, que en pocos meses provocó el cambio del liquido en los bancos y cajas por activos inmobiliarios de valoración incierta; se encuentra ante el dilema de atender la exigencia internacional de reducir el déficit y resituar la deuda a unos niveles más que reducidos o arriesgarse a quedar sin financiación en la siguiente subasta de bonos en el mercado internacional. Aquí es donde con buen criterio el gobernante introduce una serie de medidas temporales de ahorro, (rebaja del sueldo a funcionarios, congelación de pensiones, etc ) que permitirán al país, si los ataques especulativos lo permiten, presentar unas cifras de déficit inferiores al 10% a finales de este año y del 3% a finales del 2013.
Superado el golpe inicial, ahora a finales del 2011, llega el momento de empezar a promover de nuevo el crecimiento, a partir no de las bases anteriores de la especulación que nos han conducido al desastre, si no sobre unas de nuevas y mucho más sólidas. Aquí es donde encajan perfectamente las propuestas del candidato socialista en el sentido de conducir una parte del gran beneficio que los bancos siguen obteniendo, a la creación de empleo.
¿De que se escandalizan los lideres de la derecha reaccionaria y muchos opinantes a su servicio? Una propuesta como esta no era viable ni tan solo a principios de este año, cuando la banca y las cajas españolas, estaban inmersas en el marasmo, las cosas tienen su tiempo y después de un batacazo como el que ha sucedido en el mundo, hacia falta un período de resituación con sus aciertos y sus errores, como el que hemos tenido.
A Zapatero le ha tocado bailar con la más fea, y la historia acabará reconociendo sus méritos, particularmente el haber parado el primer golpe y preparar el país para iniciar el camino hacia un futuro lleno de prosperidad, que bajo el liderazgo de Alfredo Pérez Rubalcaba, no tardaremos en alcanzar. Un futuro donde ya nada será igual que en el pasado, donde la solidaridad y el trabajo en común van a imperar por encima del egoísmo y el individualismo que han presidido esta última época.
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