El líder del PSOE equilibra a nuevos dirigentes con socialistas clásicos
La ejecutiva “pequeña” que pretendía hacer el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se tornó en la noche del 26 de julio, cuando se celebró su congreso, en una lista de 38 personas. Si se excluye a Sánchez y a la presidenta del partido, Micaela Navarro, la negociación con los secretarios territoriales arrojó 25 áreas y 11 vocalías. El reagrupamiento se ha hecho necesario y, al final, las 25 se han quedado en 14 áreas de trabajo. Además de la operatividad, el reglamento elaborado, conocido por EL PAÍS, da muestras de cómo Sánchez ha repartido el poder. A todos los quiere pero no todos tendrán el mismo nivel de relevancia; 10 ocuparán el primer nivel de responsabilidad. No hay duda tampoco de que Sánchez ha querido dar al secretario de Organización y Acción Electoral, César Luena, un inmenso poder.
Así ha sido tradicionalmente en el PSOE aunque en los últimos años con la reaparición de la figura del vicesecretario general —José Blanco y Elena Valenciano— extinguida durante muchos años desde que dejó de serloAlfonso Guerra, el área de organización y acción electoral ha recobrado todas sus capacidades. Luena, 33 años, doctor en Historia, diputado por La Rioja, es la mano derecha de Sánchez a quien le une afinidad y amistad personal. No solo es el jefe del aparato y de la vida interna del partido, sino que planifica la estrategia electoral y marca "las directrices que orientan el funcionamiento político de la actividad del Grupo Parlamentario Socialista". También "aprueba los criterios de acción parlamentaria así como la decisión sobre actuaciones o posiciones del Grupo Socialista en el Congreso y en el Senado y en la delegación del Parlamento Europeo". Por tanto, tiene en su mano el aparato, la estrategia política y las decisiones sobre qué dice y qué hace el PSOE, siempre por delegación del secretario general, Pedro Sánchez.
Una decena de cargos, con Luena a la cabeza, componen el primer círculo de responsabilidad: ocho mujeres y dos hombres. Además del secretario de Organización están Carmen Montón (Igualdad), Adriana Lastra (Municipal); Manuel de la Rocha Vázquez (Economía, que apoyó a Eduardo Madina), Mariluz Rodríguez (Empleo), María González Veracruz (Ciencia, Participación y Política en Red) Meritxell Batet (Estudios y Programas, del PSC, apoyó a Eduardo Madina), Estefanía Palop (Formación) y Pilar Lucio (Cambio Climático).
En este primer peldaño estará a partir de septiembre Antonio Hernando, como portavoz en el Congreso y su equipo en el que también estará la diputada por Guadalajara Magdalena Valerio. En una plataforma paralela, según explica quien conoce los criterios para catalogar las funciones ejecutivas, se sitúan Susana Sumelzo (Administraciones Públicas), Ibán García del Blanco (Cultura) e Iratxe García (Unión Europea).
Otro círculo rodea a cuatro miembros de la ejecutiva con “un rol especial”. Micaela Navarro, en la presidencia del partido, María Luisa Carcedo, Bienestar Social, Pedro Zerolo en Movimientos Sociales y José Antonio Pradas, Política Federal. Este último, mano derecha de la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, es formalmente el número tres del partido y el reglamento interno le atribuye un poder muy relevante en materia autonómica. Este compartirá con el responsable de Reformas Democráticas, Ximo Puig, líder de los socialistas valencianos, "el seguimiento de las políticas del Gobierno, especialmente en Justicia e Interior". Puig, Patxi López, al frente de Acción Política, Ciudadanía y Libertades, y Carme Chacón, en Relaciones Internacionales, son situados en otro círculo especial de influencia e hilo directo con Sánchez y Luena. Otra media docena de áreas tienen relevancia “por sí mismas”, señalan las fuentes consultadas. A excepción de Puig, el resto de los barones que forman la ejecutiva son vocales, sin área de responsabilidad, por voluntad propia.
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