Publicado: Martes, 21 julio, 2015
Hace 15 años, el Ayuntamiento de Xàbia tomó una decisión valiente: construir una planta de desalación de agua marina. Fue una apuesta osada esa de crear una dotación pública tan innovadora y ambiciosa a iniciativa puramente local, sin tener la ayuda de otras administraciones y comprometiendo una inversión de nada menos que 24 millones de euros.
En aquellos tiempos penosos, en los que de los grifos solo salía agua salada y los grandes depósitos con agua potable eran parte de nuestro mobiliario cada verano, Xàbia arriesgó y, pese a no ser la más fácil ni popular, optó por una solución a largo plazo.
Han pasado años desde que encendimos esta fábrica de agua. Algunos de ellos, hemos tenido lluvias tan abundantes que la desaladora ha podido incluso desenchufarse. Pero durante todo este tiempo, los vecinos de Xàbia no han dejado de pagar vía tarifa el precio de tener esta industria, una promesa de tranquilidad y la garantía de un suministro de calidad y seguro en las épocas de escasez.
No creo que nadie se extrañe que ahora, si hay que elegir entre cortar la venta de agua a poblaciones vecinas o dejar sin ella a los propios xabieros la decisión, aunque dolorosa, esté más que clara.
Somos los primeros en comprender que cuando a un pueblo le falta el agua potable los nervios están a flor de piel. No obstante, no podemos permitir que se nos tache de insolidarios para justificarse por no haber reaccionado a tiempo. Máxime, cuando en los últimos años desde Xàbia, a pesar de estar mejor preparados para afrontar una situación de sequía, hemos brindado nuestra planta como la base sobre la que construir una solución estructural a un problema que, advertíamos, nos iba a afectar a todos.
Hemos convocado a reuniones y jornadas técnicas a los responsables de los municipios vecinos y les hemos propuesto acuerdos serios (por ejemplo, un compromiso de compra de un mínimo durante cinco años), como aval que nos diera la suficiente seguridad para plantearnos ampliar la planta y su capacidad de producción, lo que como es lógico supone una mayor inversión y más costes de mantenimiento.
Lo que nos hemos encontrado durante este tiempo es un regateo de céntimos, dejando pasar los meses, y emplazándonos a reuniones del que no obteníamos mayor compromiso que el cómodo “ya te compraré si me hace falta y me haces buen precio”.
Somos un pueblo solidario y que cree en la unión de la comarca. Pero no pueden pretender que, sin ser capaces de comprometerse a acuerdos serios, en Xàbia nos planteemos más inversiones con cargo a nuestro bolsillo para que la planta desalinizadora produzca un excedente por si, puntualmente, lo necesitan.
No obstante, nos ponemos en la piel de los que hoy sufren restricciones, y estamos trabajando para reducir los consumos de nuestros abonados y tan pronto estemos en disposición de hacerlo, si quieren volveremos a abastecerles.
Lo fácil es buscar culpables pero lo útil, buscar soluciones.
------------------------ Opinión. JOSÉ CHULVI. Alcalde de Xàbia
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