Como cada año, el LEAP ofrece un panorama resumido de las grandes tendencias “al alza y a la baja”[1] del año que entra. Aparte del interés intelectual de esta contribución del LEAP, que naturalmente refleja numerosos análisis realizados por nuestros investigadores a lo largo de los últimos meses, estas anticipaciones tienen como objetivo permitir una mejor percepción de las prioridades de la actualidad informativa, además de ofrecer una serie de recomendaciones… Así pues, esta lista puede ayudar de manera muy concreta al lector del GEAB a prepararse para el año en curso. Con un porcentaje de éxito que en los últimos trece años ha oscilado entre el 68 y el 85 %, esta labor de anticipación constituye un instrumento de ayuda a la toma de decisiones particularmente concretas para 2019.
En aras de aportar fluidez a la lectura del panorama que aquí ofrecemos, hemos decidido presentar nuestras anticipaciones de tendencias para 2019 de forma temática.
Gobernanza
Tendencia estructurante: el gran acercamiento entre los “populistas”[2] nacionalistas y las estructuras administrativas supranacionales
Este acercamiento tomará caminos diferentes según el caso: toma del poder político por los establishments (UE), recuperación del control por los partidos tradicionales tras la labor de reforma llevada a cabo por los “populistas” (Grecia), compromisos partidarios (EE. UU., India), aprobación de las agendas populistas por las Administraciones (OMC[3]), etc. Sea cual sea el método, el pulso que caracteriza la relación entre los populistas nacionalistas y las tecnocracias supranacionales tiende a relajarse en 2019. La gradual ascensión al poder de los “populistas” permite que esta nueva generación de políticas madure, lo que demuestra a las Administraciones que, para aplicar soluciones, necesitan esta encarnación del poder.
Tendencia al alza — Las organizaciones y los tratados internacionales
Ya desde hace muchos años venimos describiendo la progresiva decrepitud de las organizaciones internacionales del siglo XX. El pasado año, varias sufrieron diferentes golpes de gracia, principalmente asestados por Donald Trump. Pero estimamos que en 2019 se van a iniciar verdaderas labores de reforma sobre bases convincentes que podrían reconstruir algunas de ellas, en particular la OMC, pero también el Tratado de No Proliferación Nuclear que neerlandeses y polacos se han comprometido a desempolvar, emprendiendo una gran consulta destinada a alcanzar un nuevo acuerdo más consensual con ocasión del quincuagésimo aniversario del Tratado (2020)[4]. Veremos si otras organizaciones siguen este mismo camino.
Tendencia a la baja — La ira de los pueblos
Los movimientos sociales, que se manifiestan de forma creciente en todo el mundo, constituyen la principal razón de la llegada de Administraciones con visiones políticas llamadas “populistas”. Aunque en 2018 la impaciencia creció durante todo el año y aún seguirá creciendo durante varios meses, anticipamos una inversión gradual de esta tendencia, en particular en Europa y a partir de las elecciones europeas, en el marco de una aparente mayor atención a las inquietudes populares (por las nuevas derechas), de los avances en materia de innovación democrática (por las nuevas izquierdas) y de un ajuste de tuercas en todos los sentidos (Internet bajo control, refuerzo de la seguridad).
Gráfico 1 — Popularidad del Ejecutivo francés, febrero de 2018 / enero de 2019. Fuente: YouGov
Tendencia al alza — La Europa política
A pesar de la preocupación que suscitan las próximas elecciones europeas, no cabe duda de que serán más democráticas y europeas de lo que nunca han sido, con la entrada en escena de nuevos partidos transnacionales (Diem25), partidos nacionales realmente organizados en torno a listas y programas europeos (Verdes europeos, Europa de las libertades e incluso Liberales europeos[5]) y movilizaciones ciudadanas (los chalecos amarillos se europeizan gradualmente[6] para converger — sin ser conscientes de ello — en las elecciones de mayo). Los diferentes bandos se han radicalizado en gran medida, pero paradójicamente, abogan por una causa común: tomar el control político de las instituciones europeas. Y el hecho es que estas fuerzas políticas europeas, una vez instaladas en el Parlamento Europeo, si no es en los puestos clave de la tecnocracia europea, tendrán la coherencia suficiente como para hacer valer sus opiniones.
Tendencia a la baja — Libertades, derechos del hombre, tolerancia
Si el punto anterior reafirma el principio democrático, es en un contexto de tal desestructuración social que la inevitable etapa que se perfila para 2019 está marcada por un endurecimiento del control de nuestras sociedades (flujos migratorios, vigilancia de la población, etc.), lo que naturalmente plantea importantes riesgos de deriva totalitaria. Como ya hemos comentado, para efectuarse correctamente, esta “democratización” del sistema supranacional de gobernanza debería haberse llevado a cabo hace treinta años, en un contexto menos explosivo.
Tendencia al alza — Nuevas formas de organización de los ciudadanos
Pero los ciudadanos no están desprovistos frente al sistema político-institucional de alta tecnología y supranacional. Se ha hecho limpieza de los sistemas de partidos tradicionales, se ha identificado claramente la crisis de la democracia representativa, se conciben soluciones tecnológicas para regenerar la conexión entre los ciudadanos y los sistemas de decisión (como la plataforma Rousseau del Movimiento 5 Estrellas[7]), movimientos como los chalecos amarillos vuelven a conectar a los ciudadanos, contribuyendo asimismo a madurar el pensamiento político y reafirmar la primacía de la acción colectiva, surgen formas de partidos políticos cada vez más innovadoras… El año 2019 no marcará más que el inicio de esta tendencia, pero invitamos a nuestros lectores a prestar atención a estas primeras señales.
Tendencia al alza — Las ciudades
La arquitectura de gobierno de todo el mundo está presenciando la aparición de un nuevo nivel mucho más pertinente que el de las regiones, en el que anteriormente quedaban diluidas: las ciudades, que se constituyen progresivamente como unidad de base de la organización humana. Más cercanas a los ciudadanos, las ciudades se transforman en laboratorios de innovación social. Conectadas entre ellas más allá de las fronteras nacionales, escapan a las conflictivas lógicas territoriales para proponer una nueva disposición geográfica de ciudades-islas de carácter cuasi autárquico, rodeadas de espacios gestionados en común. No es de extrañar que las políticas del nivel nacional se dirijan a las metrópolis[8], ahora percibidas como los lugares que verdaderamente encierran el “poder de transformación”. Seguiremos observando los indicadores de esta tendencia a largo plazo.
Tendencia a la baja — Brexit
Independientemente de que el divorcio se consuma o se retrase, las tensiones extremas que genera actualmente la aproximación a la fecha límite retumbarán dentro de poco, y el tema brexit está destinado al olvido en la actualidad europea y británica. Eso en lo que respecta a la tendencia… Y ahora un ejemplo de superación de la crisis: no es posible un no deal (que además requeriría la aprobación del Parlamento Británico), pero tampoco un deal (el Parlamento Británico no acepta el acuerdo negociado por May). Por consiguiente, el brexit se ha aplazado y los ciudadanos británicos van a participar en las primeras elecciones verdaderamente europeas[9], que pueden conectarles con el continente y crear las condiciones para la obtención de un “sí” en un segundo referéndum para decidir quedarse o abandonar una Europa que, por otra parte, ha experimentado una drástica transformación. Sería una situación perfecta en la que todo el mundo saldría ganando: el Reino Unido, que ha permitido la transformación de la UE, y la Unión Europea, que reafirma su carácter indispensable (y el GEAB, ¡que había anticipado que no se produciría el brexit!).
Eco-Fi-Mon
Tendencia estructurante: la simplificación
El fracaso cada vez más patente del sistema financiero clásico, al servicio del potencial y las necesidades de crecimiento económico, ha resultado en una complejidad tal que ya nadie comprende nada. Mientras las cosas han funcionado relativamente bien, la “fe” en este sistema ha perdurado, pero hay que reconocer que los repetidos fracasos ponen en cuestión esta fe ciega y conducen a la desconexión pura y dura de los actores económicos. Asimismo, cabe destacar la reciente decisión de Uber de no cotizar en bolsa, por no encontrar el sistema demasiado fiable[10]. En esta misma línea, el gobernador del BoE, Mark Carney, ha declarado recientemente que “el sistema financiero global va a la zaga del de la economía mundial”. Un desaire gigantesco por parte de una eminencia del sistema en cuestión, que ciertamente va a traer numerosas consecuencias. El carácter incomprensible de este sistema no es más que el reflejo de su mal funcionamiento. El año 2019 debería marcar el inicio de una labor de racionalización, simplificación y reconexión con la realidad económica del sistema financiero.
Tendencia al alza — Reforma del sistema financiero y monetario global
Por las razones anteriormente expuestas, la crisis financiera se va a presentar cada vez más como una crisis del sistema en sí. La toma de conciencia de que la economía va mejor que las finanzas, de que los mecanismos de financiación de esta economía están fuera del ámbito de las finanzas occidentales (banca en la sombra, etc.), y de que las empresas chinas, pero también las estadounidenses más emblemáticas de la nueva tecnología, ya no buscan suscribirse a este sistema (Uber) e incluso tratan de salir del mismo (Tesla[11]) puede desencadenar un proceso de reforma estructural (no solamente de intento de regulación), cuyos primeros indicios sólidos podríamos ver en 2019, siguiendo las líneas que indicamos a continuación.
Tendencia a la baja — Dólar
El primer motor de cambio es la desaceleración del dólar como moneda fuerte y, por tanto, como pilar del sistema monetario y financiero.
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