Querida compañera, querido compañero,
En abril y mayo de este año, España votó. Se celebraron elecciones generales, europeas y municipales en todo el territorio, y autonómicas en trece comunidades y las dos ciudades autónomas.
Del encuentro con las urnas surgió un resultado claro: el Partido Socialista Obrero Español fue la fuerza más votada en todos los procesos.
La victoria que obtuvimos fue clara. Y lo fue, entre otras razones, gracias a tu implicación activa en ambas campañas. Sin el compromiso de la militancia, que quiero reconocer una vez más, no hubiera sido posible obtener los resultados que logramos.
Fue un triunfo incuestionable. Y confirmó a nuestro partido como la opción preferida por la ciudadanía para dirigir la mayor parte de las instituciones democráticas. Un triunfo en el que lo importante no era la victoria electoral en sí, sino lo que podíamos y debíamos hacer con ella en este tiempo marcado por la segunda gran transformación a la que se enfrenta España.
Ese era y sigue siendo el rumbo que estoy dispuesto a culminar: cumplir con la palabra dada y con el mandato de las urnas. Impulsar, en definitiva, la formación de un gobierno progresista que apueste por la convivencia, la justicia social y la lucha contra la desigualdad.
Para la constitución de un Gobierno coherente con esas prioridades, era necesario obtener la confianza mayoritaria del Congreso. Por eso, desde aquel 28 de abril nos pusimos a trabajar en la tarea de consolidar una mayoría parlamentaria sólida. No sólo para superar la sesión de investidura, sino para garantizar la estabilidad de un ejecutivo capaz de superar el bloqueo y avanzar con decisión, para estar a la altura de lo que la sociedad demanda.
Como punto de partida, expuse la necesidad de que el Gobierno de España no dependiera del voto de partidos independentistas. A tal fin, ofrecí garantías y propuestas de grandes acuerdos de país a las principales fuerzas políticas de ámbito estatal. Una apuesta firme y sincera por el consenso, que en ningún caso implicaba renunciar a nuestra agenda progresista, respaldada mayoritariamente por la ciudadanía en las urnas.
Así, en la sesión de investidura presenté un programa detallado, a partir de seis grandes ejes de actuación: empleo de calidad, transformación digital de la economía, transición ecológica, feminismo, justicia social y vocación de cohesionar España dentro de una Europa unida.
Para desarrollar esta agenda, busqué activamente la complicidad de Unidas Podemos. Siempre entendí este anhelo como una alternativa lógica, a partir de las coincidencias programáticas de dos fuerzas que habían trabajado juntas en el último año con buenos resultados.
Con esa premisa, ofrecí hasta cuatro formas de colaboración. En primer lugar, planteé un acuerdo de legislatura basado en el programa; es decir, un acuerdo sobre contenidos que mereciese el apoyo parlamentario de Unidas Podemos en el Congreso.
Más tarde propuse la creación de un Gobierno de cooperación, con la participación de miembros de esa fuerza parlamentaria en niveles relevantes de la Administración General del Estado, al margen del Consejo de Ministros.
Tras ser rechazadas ambas iniciativas, planteé la entrada de Unidas Podemos en el Consejo de Ministros con profesionales de reconocido prestigio de su entorno.
Una nueva negativa me llevó a aceptar la entrada de miembros de Unidas Podemos dentro de un Gobierno de coalición —inédito en nuestro país desde la restauración de la democracia— a través de una vicepresidencia y tres ministerios en áreas muy relevantes. Suponía ir mucho más allá de lo que nunca se había ido en España en las últimas cuatro décadas.
Llegamos, por tanto, a aceptar formar un Gobierno de coalición con Unidas Podemos. Pero siempre que ello no derivase en una coalición de gobiernos. Era fundamental que España tuviera un Gobierno cuanto antes; pero era tanto o más importante que dicho Gobierno fuese eficaz, operativo y solvente para servir a los intereses generales del país.
Todas las fórmulas relatadas fueron rechazadas por Unidas Podemos con diversos argumentos y sin tener en cuenta que estábamos planteando una oferta sin precedentes en nuestra historia reciente.
A pesar de todo, el Gobierno progresista puede salir adelante.
Quiero trasladarte un mensaje de esperanza en el futuro inmediato porque es posible el acuerdo. Un acuerdo para evitar que España se vea abocada a nuevas elecciones. Impedir la repetición electoral es una prioridad absoluta para mí, y voy a trabajar sin descanso en las próximas semanas para superarlo.
Queremos construir Gobierno. Y para ello, desde mañana mismo, comenzaré a reunirme con diferentes colectivos de la sociedad civil como asociaciones feministas, ecologistas, agentes sociales, agrupaciones del tercer sector para que puedan colaborar en la creación de un espacio común para alcanzar un Gobierno progresista.
A lo largo de estos días elaboraremos una propuesta abierta en base a este espacio común que será la que presentaremos a Unidas Podemos para alcanzar un acuerdo de carácter programático vinculado con la sociedad civil. Un acuerdo que se materialice luego siguiendo el modelo de experiencias próximas en la distancia, como la de Portugal, o en el tiempo, como la de Dinamarca. En ambos países gobiernan partidos socialdemócratas como fuerzas más votadas. Pero contando con el apoyo externo de fuerzas progresistas que garantizan no sólo la estabilidad política, sino también el cumplimiento de un programa de gobierno consensuado desde la izquierda.
Estoy convencido de que es una fórmula útil para abordar los retos que tiene por delante nuestro país. Y la mejor alternativa al bloqueo en el que otros actores, de forma irresponsable, están decididos a mantener a España.
Ese es el papel histórico que, como socialistas, nos corresponde jugar: ofrecer una salida al bloqueo. Y hacerlo de la mano de una sociedad civil que demanda de la política responsabilidad y sentido de Estado. Como socialistas, estaremos a la altura de esa demanda. No vamos a tirar la toalla y en ese camino me implicaré personalmente y de forma decidida durante las próximas semanas por convicción y por responsabilidad.
Hace unos meses, el PSOE cumplió 140 años de vida y es bueno recordar que nuestra larga trayectoria nace del hecho de que siempre hemos sabido escuchar de cerca a la sociedad civil. También lo haremos esta vez, sabiendo que somos un partido imprescindible para entender no sólo el pasado de España sino también su futuro.
Queremos impulsar la constitución de un gobierno progresista que sea útil a la ciudadanía. Capaz de tender la mano desde la firmeza de nuestras convicciones, y de abrirla con generosidad para construir consensos.
Seguiremos trabajando en ese empeño, como siempre hemos hecho, al servicio de la sociedad. Al servicio de una España abierta y solidaria, y a la que nadie va a hurtarle el derecho a mirar al futuro con esperanza.
Un afectuoso saludo,
En abril y mayo de este año, España votó. Se celebraron elecciones generales, europeas y municipales en todo el territorio, y autonómicas en trece comunidades y las dos ciudades autónomas.
Del encuentro con las urnas surgió un resultado claro: el Partido Socialista Obrero Español fue la fuerza más votada en todos los procesos.
La victoria que obtuvimos fue clara. Y lo fue, entre otras razones, gracias a tu implicación activa en ambas campañas. Sin el compromiso de la militancia, que quiero reconocer una vez más, no hubiera sido posible obtener los resultados que logramos.
Fue un triunfo incuestionable. Y confirmó a nuestro partido como la opción preferida por la ciudadanía para dirigir la mayor parte de las instituciones democráticas. Un triunfo en el que lo importante no era la victoria electoral en sí, sino lo que podíamos y debíamos hacer con ella en este tiempo marcado por la segunda gran transformación a la que se enfrenta España.
Ese era y sigue siendo el rumbo que estoy dispuesto a culminar: cumplir con la palabra dada y con el mandato de las urnas. Impulsar, en definitiva, la formación de un gobierno progresista que apueste por la convivencia, la justicia social y la lucha contra la desigualdad.
Para la constitución de un Gobierno coherente con esas prioridades, era necesario obtener la confianza mayoritaria del Congreso. Por eso, desde aquel 28 de abril nos pusimos a trabajar en la tarea de consolidar una mayoría parlamentaria sólida. No sólo para superar la sesión de investidura, sino para garantizar la estabilidad de un ejecutivo capaz de superar el bloqueo y avanzar con decisión, para estar a la altura de lo que la sociedad demanda.
Como punto de partida, expuse la necesidad de que el Gobierno de España no dependiera del voto de partidos independentistas. A tal fin, ofrecí garantías y propuestas de grandes acuerdos de país a las principales fuerzas políticas de ámbito estatal. Una apuesta firme y sincera por el consenso, que en ningún caso implicaba renunciar a nuestra agenda progresista, respaldada mayoritariamente por la ciudadanía en las urnas.
Así, en la sesión de investidura presenté un programa detallado, a partir de seis grandes ejes de actuación: empleo de calidad, transformación digital de la economía, transición ecológica, feminismo, justicia social y vocación de cohesionar España dentro de una Europa unida.
Para desarrollar esta agenda, busqué activamente la complicidad de Unidas Podemos. Siempre entendí este anhelo como una alternativa lógica, a partir de las coincidencias programáticas de dos fuerzas que habían trabajado juntas en el último año con buenos resultados.
Con esa premisa, ofrecí hasta cuatro formas de colaboración. En primer lugar, planteé un acuerdo de legislatura basado en el programa; es decir, un acuerdo sobre contenidos que mereciese el apoyo parlamentario de Unidas Podemos en el Congreso.
Más tarde propuse la creación de un Gobierno de cooperación, con la participación de miembros de esa fuerza parlamentaria en niveles relevantes de la Administración General del Estado, al margen del Consejo de Ministros.
Tras ser rechazadas ambas iniciativas, planteé la entrada de Unidas Podemos en el Consejo de Ministros con profesionales de reconocido prestigio de su entorno.
Una nueva negativa me llevó a aceptar la entrada de miembros de Unidas Podemos dentro de un Gobierno de coalición —inédito en nuestro país desde la restauración de la democracia— a través de una vicepresidencia y tres ministerios en áreas muy relevantes. Suponía ir mucho más allá de lo que nunca se había ido en España en las últimas cuatro décadas.
Llegamos, por tanto, a aceptar formar un Gobierno de coalición con Unidas Podemos. Pero siempre que ello no derivase en una coalición de gobiernos. Era fundamental que España tuviera un Gobierno cuanto antes; pero era tanto o más importante que dicho Gobierno fuese eficaz, operativo y solvente para servir a los intereses generales del país.
Todas las fórmulas relatadas fueron rechazadas por Unidas Podemos con diversos argumentos y sin tener en cuenta que estábamos planteando una oferta sin precedentes en nuestra historia reciente.
A pesar de todo, el Gobierno progresista puede salir adelante.
Quiero trasladarte un mensaje de esperanza en el futuro inmediato porque es posible el acuerdo. Un acuerdo para evitar que España se vea abocada a nuevas elecciones. Impedir la repetición electoral es una prioridad absoluta para mí, y voy a trabajar sin descanso en las próximas semanas para superarlo.
Queremos construir Gobierno. Y para ello, desde mañana mismo, comenzaré a reunirme con diferentes colectivos de la sociedad civil como asociaciones feministas, ecologistas, agentes sociales, agrupaciones del tercer sector para que puedan colaborar en la creación de un espacio común para alcanzar un Gobierno progresista.
A lo largo de estos días elaboraremos una propuesta abierta en base a este espacio común que será la que presentaremos a Unidas Podemos para alcanzar un acuerdo de carácter programático vinculado con la sociedad civil. Un acuerdo que se materialice luego siguiendo el modelo de experiencias próximas en la distancia, como la de Portugal, o en el tiempo, como la de Dinamarca. En ambos países gobiernan partidos socialdemócratas como fuerzas más votadas. Pero contando con el apoyo externo de fuerzas progresistas que garantizan no sólo la estabilidad política, sino también el cumplimiento de un programa de gobierno consensuado desde la izquierda.
Estoy convencido de que es una fórmula útil para abordar los retos que tiene por delante nuestro país. Y la mejor alternativa al bloqueo en el que otros actores, de forma irresponsable, están decididos a mantener a España.
Ese es el papel histórico que, como socialistas, nos corresponde jugar: ofrecer una salida al bloqueo. Y hacerlo de la mano de una sociedad civil que demanda de la política responsabilidad y sentido de Estado. Como socialistas, estaremos a la altura de esa demanda. No vamos a tirar la toalla y en ese camino me implicaré personalmente y de forma decidida durante las próximas semanas por convicción y por responsabilidad.
Hace unos meses, el PSOE cumplió 140 años de vida y es bueno recordar que nuestra larga trayectoria nace del hecho de que siempre hemos sabido escuchar de cerca a la sociedad civil. También lo haremos esta vez, sabiendo que somos un partido imprescindible para entender no sólo el pasado de España sino también su futuro.
Queremos impulsar la constitución de un gobierno progresista que sea útil a la ciudadanía. Capaz de tender la mano desde la firmeza de nuestras convicciones, y de abrirla con generosidad para construir consensos.
Seguiremos trabajando en ese empeño, como siempre hemos hecho, al servicio de la sociedad. Al servicio de una España abierta y solidaria, y a la que nadie va a hurtarle el derecho a mirar al futuro con esperanza.
Un afectuoso saludo,
Pedro Sánchez Pérez-Castejón
Secretario General del PSOE
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se permiten solo aquellos comentarios que no sean ofensivos en su forma o su contenido, debiendo ser expresados en cualquier caso, con respeto a las personas e instituciones.