La crisis económica y la corrupción han provocado un cambio radical en la percepción de la los españoles en cuanto a quienes le representan. Los dos grandes partidos, junto al resto de partidos tradicionales siguen una organización interna de corte leninista (lo que en la izquierda se conoce como centralismo democrático y en la derecha caudillismo) en la que los partidos son controlados férreamente por su cúpula, los liderazgos se definen de arriba abajo en una escalera promocional de tipo clientelar y la afiliación está muy controlada para evitar la pérdida de control. Frente a ellos, en los últimos tiempos se han desarrollado nuevos movimientos políticos que finalmente han cristalizado en la derecha con otro partido caudillista, UPyD, y en la izquierda con la iniciativa Podemos, una organización política que sustituye el centralismo democrático por el asamblearismo de corte anarquista y cuyo reciente éxito en las europeas se basa en hacer pensar que todo el que participa es igual y que lo que se decide entre todos es realizable, aunque los políticos tradicionales digan lo contrario.
Estos cambios en el espectro político son en gran medida fruto del hartazgo de la sociedad. Sobre todo entre los votantes de izquierda se percibe que los partidos se encierran en sí mismos, que no son transparentes y que no son permeables a las demandas ciudadanas ni a la renovación. Para muchos ciudadanos las élites de los partidos son muy sensibles a los intereses de los poderosos o simplemente están a su servicio. Además, los casos de corrupción política dañan gravemente su imagen. Los partidos en España tienen tendencia a percibir las acusaciones de corrupción como un ataque al partido y en lugar de actuar decididamente contra ella su primera reacción suele ser proteger a los acusados de corrupción. Esta forma de actuar y la generalización de los casos de corrupción han generado una profunda desconfianza en los ciudadanos, que se traduce un alejamiento cada vez mayor de los políticos tradicionales.
Este proceso de alejamiento entre ciudadanos y partidos ha sido gradual pero muy rápido. Surgió con la transmutación de Zapatero allá por 2010 y se consolidó con el “hago lo contrario de lo que prometo” del Gobierno Rajoy. Primero fueron los gritos del 15M: “Que no, que no nos representan” y “PSOE-PP la misma mierda es”, después fue la debacle del PSOE en las elecciones de 2012 y finalmente la debacle del PP y PSOE en las elecciones europeas de 2014 y la aparición en escena de Podemos.
Ante esta nueva situación electoral los partidos tradicionales han comenzado a reaccionar. El PP, amenazado en su mayoría por UPyD (otro partido de corte caudillista), ha optado por manipular las normas electorales y siguiendo las directrices de su secretaria general, la señora Cospedal, pretende cambiar las normas electorales para gobernar sin conseguir la mayoría. O sea, deambula como boxeador noqueado.
Por su parte, la izquierda radical, IU, ha visto que no va a ser la receptora natural de los votos perdidos por el PSOE y se ha lanzado a mimetizar a Podemos desempolvando a su estrella, el diputado Garzón, para contraponerlo a Pablo Iglesias. Su objetivo declarado es la fusión con Podemos para evitar que el PCE acabe como los comunistas griegos.
Finalmente en el PSOE, después de tres años de resistencia y tras una conferencia política con la que pretendía cambiar el discurso sin cambiar las personas ni las formas (más despotismo ilustrado), ha optado abrir el partido mediante la elección de su secretario general por sufragio universal primero, y la elección del candidato a presidente del gobierno en primarias abiertas, después.
Ahora bien, la pregunta es: ¿son estos cambios suficientes para conjurar la pérdida de la mayoría social de la que han gozado los partidos históricos? Obviamente la estrategia del PP no tiene ningún futuro. El error del PP es ideológico, es su derechización y su sumisión a las políticas económica liberales. Este proceder ha abierto un espacio político en el centro derecha que está ocupando UPyD sin el más mínimo esfuerzo. El PP no entiende que el problema no son las normas electorales, ni incluso el caudillismo de sus formaciones políticas, sino sus políticas, por eso o se deshacen de sus liberales o poco van a poder cambiar las cosas.
En cuanto a la izquierda, en su parte radical, la pretensión de IU de subirse al toro desbocado de Podemos como si de un vaquero de rodeo se tratara es ya historia. Antes de las elecciones europeas era posible, pero ahora Podemos ya ha comprobado que puede volar en solitario y que puede fagocitar a IU y conseguir ser la representante de la izquierda radical.
En realidad la batalla en la izquierda va a ser entre el PSOE y Podemos y la lucha va a estar en la captación de adhesiones entre los ciudadanos. Los segundos lo han percibido claramente y como no están lastrados por ningún aparato se han lanzado a la captación masiva de simpatizantes mediante el asamblearismo informático. Podemos ha diseñado un sistema de afiliación totalmente abierto en el que es tan fácil afiliarse y votar como realizar una compra por Internet. Das tus datos, firmas telemáticamente su compromiso ético y te asignan una clave para participar en las votaciones que se planteen. Tan rápido y fácil que puede contar con centenares de miles de afiliados en un par de meses, lo que le dará la posibilidad de implantarse territorialmente y presentar candidaturas en todos los municipios.
Frente a ellos el PSOE, después del trienio Rubalcaba perdido, ha elegido a su secretario general del PSOE por sufragio universal. Ha sido la mayor demostración de democracia interna de un partido tradicional en España desde las primarias Borrell-Almunia. Sin embargo lo ha sido con muchas trabas (los avales son un gran freno a la concurrencia) y después de múltiples intentos del aparato para evitarlas. Además, al ser la elección del secretario general no han votado los simpatizantes, con lo cual ese proceso ha valido como ensayo pero no inicia la verdadera competición por la captación de adhesiones entre los votantes.
Para poder competir con Podemos en la captación masiva de adhesiones el PSOE debe lanzarse inmediatamente a un proceso de primarias abiertas a simpatizantes y con muchos candidatos, que respondan a todo el electorado posible del PSOE, para que así sus votantes prefieran optar por inscribirse en las primarias del PSOE en lugar de afiliarse a Podemos. El problema está en que el aparato del PSOE debe desprenderse definitivamente del miedo a dar ese paso y adentrarse en un camino sin retorno en el que no se ha manejado, pero que es la única opción para que PSOE siga siendo el partido hegemónico de la izquierda española.
---------------------- Fuente: www.andalucesdiario.es de 28 julio de 2014
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