GEAB 134. El boletín mensual del Laboratorio Europeo de Anticipación Política (LEAP) - 15 Abr 2019 .
#economia #Europa #globaleuropa #migracion Puede parecer osado afirmar que las grandes «invasiones» migratorias no formarán parte del futuro de Europa, en un momento en que la «barrera libia», que volvió a cerrarse tras la muerte de Gadafi en 2011, se encuentra al borde de la reapertura. No obstante, tenemos argumentos que prueban la existencia de un haz de tendencias de corto a medio plazo que garantiza un descenso en los desplazamientos migratorios, especialmente en dirección a Europa. Es importante tener en cuenta esta inversión de tendencia (o de percepción de tendencia), ya que pone de relieve todo un abanico de problemas que los dirigentes de los ámbitos político y económico deben tener en consideración.
Libia en 2019: ¿riesgo de nueva crisis migratoria u oportunidad para las derechas radicales en las elecciones europeas?
Pero empecemos por plantear la anticipación a corto plazo más evidente:
. Por una parte, la guerra actual entre ambos bandos (Haftar al este y al-Sarraj en Trípoli)[1] tiene todo lo necesario para provocar una nueva afluencia de migrantes hacia Europa: emigrantes de África o de Oriente Próximo actualmente refugiados en campamentos que podrían quedar abandonados (entre 700 000 y 1 millón de personas[2]) y emigrantes libios que huyen de su país en guerra (6 millones de habitantes, de los cuales 1 millón se encuentra en Trípoli[3]).
. Por otra parte, las promesas de la campaña de Netanyahu relativas a la anexión de Cisjordania[4] (que ya vimos venir en el último número[5]) es otro motivo de preocupación para Europa[6]. Aunque, como ya vimos, este intento de anexión constituye la culminación de una larga preparación diplomático-estratégica, el riesgo de derrape, que conllevaría inevitablemente nuevos desplazamientos poblacionales, es importante.
Tampoco sería imposible que, a corto plazo, el tema de la crisis migratoria volviese a los titulares, lo que tendría graves repercusiones en la campaña europea y bloquearía toda esperanza de debate constructivo sobre el futuro de Europa, en una guerra de elocuencia entre partidos y medios de comunicación para indignarse y proponer el cierre de fronteras.
Es evidente que una escalada de tensiones en Libia y Oriente Próximo podría provocar un refuerzo de las medidas y los discursos antiinmigración, en mucha mayor medida que el número de refugiados en Europa. ¡En cualquier caso, el Sr. Haftar ha escogido un momento muy extraño para emprender su aventura militar[7]!
Fortaleza europea: del «hecho» al «dicho»
Independientemente de que la guerra libia se calme o no y de que la anexión de los territorios ocupados salga bien o mal, una cosa es segura: la crisis migratoria de 2015 ya ha provocado el cierre del continente europeo.
Gráfico 1 — Flujos migratorios ilegales hacia Europa, 2017. Fuente: AEDH.
Recordemos que los controles en las fronteras nacionales se restablecieron en 2015-16 y que algunos siguen en pie desde entonces. En particular, todas las fronteras francesas y algunas fronteras binacionales (Austria-Eslovenia, Austria-Alemania, Suecia-Dinamarca, Norugega-Suecia-Dinamarca[8]).
En cuanto a las fronteras comunes, desde 2016 están bajo la custodia de la agencia Frontex, creada ese mismo año para ayudar a los países de acogida a acoger inmigrantes, pero también a repatriar a los refugiados o enviarlos a campamentos fuera de Europa[9].
Europa está rodeada por campamentos de internamiento[10] (juzgados como inhumanos por las ONG[11]). Dinamarca confina a los inmigrantes rechazados en una pequeña isla (¡a la que son enviados a bordo de una embarcación bautizada «Virus»!).[12] Francia utiliza el argumento de la lucha antiterrorista para bloquear a los refugiados en sus fronteras[13]. Italia vota decretos para facilitar las expulsiones y retirar la nacionalidad italiana[14], etc.
Sin duda, la gestión de la crisis migratoria por parte de toda Europa se puede englobar en los períodos negros de la historia europea y vuelve a ensuciar de forma duradera la credibilidad de los europeos como defensores de los derechos humanos[15]. Si actualmente la información se difunde con dificultad entre los innumerables dramas humanos que jalonan este fragmento de la historia, el futuro nos reserva tristes revelaciones.
Pero si hay algo que juzgar, es más el papel que ha la UE ha podido desempeñar en el deterioro de sus relaciones de vecindad, que su inevitable reacción a la llegada de las flotas de refugiados debida a este deterioro. Como nos enseña la anticipación política, en un mundo complejo es necesario anticipar las crisis, pues cuando ya han llegado, no existe ninguna buena solución. El pánico generalizado en los medios de comunicación, la esfera política y la opinión pública en 2015 impuso automáticamente la implementación de estas duras políticas.
Dicho esto, las instancias gubernamentales más bien centristas que han supervisado estas decisiones han preferido hacerlo discretamente por dos principales razones: no recular con respecto a su ADN liberal y evitar autorizar/oficializar un discurso público de intolerancia. El problema es que, como consecuencia de esta discreción, gran parte de la opinión pública europea continúa resentida con estas instancias gubernamentales, aún consideradas las promotoras de los flujos migratorios incontrolados. Así pues, es probable que los europeos pasen del «hecho» al «dicho» en materia de inmigración. Con el fin de mantener el control, los partidos centristas[16] van a adherirse a las voces de la extrema derecha[17] para «exigir» medidas de control de las fronteras, que en realidad ya se han puesto en marcha[18], lo que va a resultar en una enorme banalización de la intolerancia (y, por supuesto, también en una estructuración del bando minoritario de la tolerancia).
La fortaleza europea es una realidad que va a ganar visibilidad, especialmente en el exterior, y que ya ha comenzado a desviar las rutas de la inmigración del viejo continente[19].
Crisis climática: ¿a dónde se dirigirá el éxodo rural?
Otra convicción bastante extendida es que el cambio climático va a constituir pronto una nueva causa mayor de desplazamientos poblacionales[20]. Y sin necesidad de decir nada, la mayoría de los europeos comprenden que estos desplazamientos se dirigirán inevitablemente hacia Europa.
El Banco Mundial estima en 140 millones el número de personas desplazadas en África, Asia y América Latina de aquí a 2050. Ya actualmente se estima que al año, se desplazan 25 millones de personas por causas climáticas[21].
Se entiende que estos desplazamientos se dirigen hacia Europa de forma poco (si no nada) proporcional. De hecho, son internos y cercanos a los lugares de origen[22]. En realidad, estas migraciones climáticas están íntimamente asociadas a un vasto proceso de éxodo rural ya en curso en todo el mundo. Recordemos que el 65 % de los 1 200 millones de Africanos y los 1 200 millones de indios aún viven en el medio rural, a pesar de las poderosas dinámicas de modernización y urbanización que atraviesan estas regione