lunes, 29 de julio de 2019

El turismo europeo, 2020-2030: la improbable alianza entre el turismo y el proteccionismo


Contrariamente a los febriles sueños de los funcionarios de Bruselas y de nuestras capitales, alimentados por las perspectivas de exponencialización de los flujos turísticos mundiales, la UE pronto dejará de ser el primer destino turístico del mundo.
En efecto, anticipamos que a partir de 2025, perderá su posición de líder en favor de Asia.
En el transcurso de la próxima década, la desaceleración causada por la intensificación de la competencia, una serie de fenómenos de saturación y «fatiga», y las consideraciones medioambientales, en un momento en que se cuestiona el sentido de todo, conducirá a un completo reposicionamiento del sector turístico europeo.
La realidad ha empezado a ocuparse de recordar a Europa el carácter insostenible del turismo a la vieja usanza en un siglo y en un mundo que promete una gran expansión del turismo.  Lejos de poder continuar acogiendo a la mitad del turismo, como es el caso actualmente, Europa deberá protegerse de él.
Esta tendencia sumirá en una crisis a todos los actores que continúen apostando por un turismo cuantitativo, pero también dará lugar a una variedad de imposiciones creativas que permitirán a Europa llevar a cabo innovadores experimentos con un «turismo proteccionista» cualitativo.
Mundo multipolar: reducción de las cuotas de mercado del turismo europeo 
El turismo europeo, como el resto de sectores de la economía, no tardará en sufrir las consecuencias de la multipolarización mundial.
En efecto, si Europa acogió en 2018 a más de la mitad del turismo mundial (713 millones de los 1 400 millones de turistas a nivel mundial[1]), no fue solamente por la riqueza de su patrimonio y la belleza de sus parajes. Ante todo, se debe a que tiene la capacidad de acoger a 713 millones de personas gracias a su densidad de restaurantes, hoteles, aeropuertos, estaciones, museos acondicionados de forma moderna, etc.
Pero actualmente, el mundo entero se esfuerza por captar parte de estos inmensos flujos de viajeros.
En 2017, por ejemplo, 15,8 millones de personas visitaron Dubái. Pero hace solo 15 años, ¿quién habría barajado esta ciudad de los Emiratos Árabes Unidos entre sus destinos de viaje? Y sin embargo, Dubái acoge actualmente al 1 % del flujo mundial de turistas y está creando, por una parte, un nuevo punto de desviación de los turistas europeos fuera de Europa y, por otra, un punto eminentemente atractivo para los nuevos turistas que sueña con atraer el sector turístico europeo, por ejemplo, los indios[2].
Por supuesto, existen muchos otros ejemplos de nuevos destinos, también en la UE, donde los países de la antigua Unión Soviética reaparecieron en los mapas turísticos hace 20 o 30 años: Praga, Budapest, Croacia, Liubliana… Pero, en el caso de la UE, el potencial de apertura de nuevos destinos está más bien agotándose[3], contrariamente a la inmensa mayoría de las regiones del mundo recientemente desarrolladas o en desarrollo, como Asia, Sudamérica[4], África[5], el mundo árabe y Oriente Próximo[6].
 Proyecciones
Ciertamente, el potencial de aumento del número total de turistas es relativo al desarrollo económico de nuevos países emisores como los países del Sudeste Asiático, la India, China, los países de Sudamérica, África, etc. Las perspectivas de crecimiento de los flujos en un mundo en proceso de nivelación económica generalizada son inmensas. La OMT prevé que habrá 1 800 millones de turistas en 2030, lo que implica un crecimiento promedio de aproximadamente un 2,8 % al año[7]. Como veremos, esta predicción es conservadora. Dicho esto, si nos basamos en esta cifra, teniendo en cuenta las perspectivas de crecimiento de los sectores turísticos de los países y regiones mencionados en las anteriores notas a pie de página, es más que probable que el líder actual, Europa, experimente una caída progresiva.
En realidad, la anticipación que proponemos nosotros es más optimista, pues pensamos que el número de turistas en 2030 será muy superior a lo que anuncia la OMT. En efecto, al ritmo al que van las cosas (un 6 % más de turistas de media al año desde hace 10 años, con una aceleración en los últimos 3 años [de un 5 a un 7 % en 2017]), el número de turistas en 2030 podría aproximarse más a los 2 800 millones.
Basándonos en un aumento estable del 6 % al año durante otros 11 años, esta es la proyección que obtenemos para 2030:
2018: 1 400 millones
2019: 1 480 millones
2020: 1 570 millones
2025: 2 200 millones
2030: 2 820 millones
 Anticipaciones
No obstante, una proyección no es una anticipación. De hecho, nuestro equipo observa dos tendencias que pueden desviar estas cifras en las siguientes direcciones:
. Al alza: la multiplicación de los países emisores podría inducir un aumento progresivo de la tasa de crecimiento del 6 % tomada como base para el cálculo. Para evitar caer en cálculos inevitablemente falsos, pongamos simplemente que en el transcurso de los próximos 10 años, cerca de la mitad de la población mundial (digamos, unos 4 000 millones) alcanza la misma tasa de movilidad turística que los europeos (62 %), mientras que el resto alcanza gradualmente esta tasa (por tanto, un 30 % de media). Obtendríamos un resultado aproximado de 3 800 millones de turistas anuales en el mundo en 2030, es decir, un potencial de crecimiento anual de cerca del 9 % al año durante 11 años.
. A la baja: este 9 % de crecimiento turístico anual lo absorberán los países que invierten actualmente en su capacidad de acogida. El crecimiento turístico del 55 % en Egipto, el 47 % en Togo, el 29 % en Vietnam, el 28 % en Georgia, el 27 % en Palestina, el 25 % en Nepal, el 25 % en Israel, etc. no mantendrá este ritmo indefinidamente, pero decenas de países se sumarán/sustituirán a estos motores, por lo que con toda seguridad, las cuotas de mercado europeas se verán rápidamente reducidas.
. Hacia un cambio de paradigma: ante una de estas cifras, estamos convencidos de que los visitantes potenciales no viajarán en el marco del modelo turístico actual. Nos enfrentamos a una perspectiva de expansión del turismo en los próximos 10 años que impone la máxima prudencia en términos de anticipación e inversión y que perjudica a todos los actores del turismo «a la antigua usanza». No olvidemos que si Francia es el primer destino turístico del mundo, Disneyland París es el principal punto de atracción de este flujo… Por otra parte, ¿la carrera por recuperar este tipo de turismo no está ya perdida frente a destinos como Dubái?
Si aún existen puntos de optimización de la acogida en Europa, en vista del potencial de la optimización ya iniciada en el resto del mundo, son puntos inevitablemente débiles. No obstante, desde el punto de vista puramente comercial, no es el volumen lo que cuenta, sino el aumento del volumen. Los inversores europeos centrarán crecientemente su atención en las alegres perspectivas que ofrecen la India, África y Sudamérica en términos de beneficios turísticos.
Para Europa, es el momento de estabilizarse. De hecho, no tendrá tanto que posicionarse para captar estos inmensos flujos como protegerse de ellos, pues serán devastadores para el tejido europeo de acogida, ya cercano a la saturación.
La enfermedad del turismo: sanar o morir
Una cosa es segura, la pequeña Europa no sabría seguir acogiendo al 51 % de los turistas del mundo en el contexto de la evolución que acabamos de comentar (según las estimaciones, esto implicaría entre 1 400 y 1 900 millones de turistas en 2030 en lugar de los 710 millones actuales).
. Por supuesto, está la cuestión de la inversión que requeriría este aumento de la capacidad de acogida turística. Las autoridades están endeudadas y los inversores privados, como hemos explicado, se verán prioritariamente atraídos por otras regiones.

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