La Generalitat ha  intentado, tras la ruptura del Banco Base que ha puesto al borde del  abismo a la CAM, culpar al Banco de España de la situación. Sin embargo,  la administración autonómica ejerce la tutela de las cajas valencianas y  ha nombrado a buena parte de sus consejeros, además de estar informada  sobre sus cuentas. ¿Por qué no puso medios para evitar la gestión que  las ha llevado a manos de otros?
JORDI CUENCA, VALENCIA En estricta aplicación de la ley de Murphy, lo que empezó mal podía ir a peor y se ha cumplido. La ruptura del Banco Base ha colocado a la CAM, la cuarta caja de ahorros española antes de iniciarse el proceso de reestructuracion financiera, en una situación crítica. Y eso que hace dos semanas el panorama ya era inquietante, con una CAM integrada en un grupo coliderado por una entidad -Cajastur- de mucho menor tamaño. Mientras, Bancaja, la otrora tercera caja de ahorros del país, empieza a diluirse en Bankia, el banco liderado por Caja Madrid.

JORDI CUENCA, VALENCIA En estricta aplicación de la ley de Murphy, lo que empezó mal podía ir a peor y se ha cumplido. La ruptura del Banco Base ha colocado a la CAM, la cuarta caja de ahorros española antes de iniciarse el proceso de reestructuracion financiera, en una situación crítica. Y eso que hace dos semanas el panorama ya era inquietante, con una CAM integrada en un grupo coliderado por una entidad -Cajastur- de mucho menor tamaño. Mientras, Bancaja, la otrora tercera caja de ahorros del país, empieza a diluirse en Bankia, el banco liderado por Caja Madrid.
       Qué  lejos parece quedar, aunque no sea así, aquel día de noviembre de 20 09  en el que el  presidente de la Generalitat, Francisco Camps, reunió a los  máximos responsables de las tres cajas valencianas -José Luis Olivas  (Bancaja), Modesto Crespo (CAM) y Rafael Soriano (Caixa Ontinyent)- para  darles una consigna que hoy día, visto lo visto, parece irreal: El  Consell no permitiría bajo ningún concepto que las cajas valencianas,  reacias a unirse entre sí, acabaran en manos de otras entidades. Eran  líderes y debían demostrarlo. Seis meses más tarde, habían dejado de  serlo y se habían implicado, con el forzado aplauso del Consell, en unos  grupos que iban a certificar el fin de un sistema financiero valenciano  de calado.
Este desastre sin paliativos, como se está poniendo  de manifiesto con el transcurso de los meses, no debería haber sido una  sorpresa par a nadie, porque lo que la  crisis ec onómica ha demostrado es  que las dos grandes cajas valencianas tenían los pies de barro y  ocupaban, probablemente, una posición ficticia, al menos en   correspondencia con el peso real de la economía q ue las sustentaba: la  valenciana. Hay coincidencia general en que los responsables de la CAM  no han manejado con destreza su participación en el Banco Base, pero aún  es más común la opinión general de que la entidad, al igual que  Bancaja, no habría acabado de esta manera si en los años de la bonanza  económica hubiera sido gestionada con unos criterios de mayor prudencia.
Este desastre sin paliativos, como se está poniendo  de manifiesto con el transcurso de los meses, no debería haber sido una  sorpresa par a nadie, porque lo que la  crisis ec onómica ha demostrado es  que las dos grandes cajas valencianas tenían los pies de barro y  ocupaban, probablemente, una posición ficticia, al menos en   correspondencia con el peso real de la economía q ue las sustentaba: la  valenciana. Hay coincidencia general en que los responsables de la CAM  no han manejado con destreza su participación en el Banco Base, pero aún  es más común la opinión general de que la entidad, al igual que  Bancaja, no habría acabado de esta manera si en los años de la bonanza  económica hubiera sido gestionada con unos criterios de mayor prudencia.En los grandes proyectos
La dos grandes  cajas valencianas han participado en todos los proyectos -algunos de  ellos megalómanos- del Consell,  desde los rentables, como los  hospitales de gestión privada, a otros ruinosos como Terra Mítica, la  Ciudad de la Luz o el Gran Premio de Fórmula 1 de Valencia. Pero esta no  ha sido su peor apuesta, sino su desbocada financiación al sector  inmobiliario y su actuación como promotoras. Proyectos como el de El  Pocero en Seseña, Polaris World o Martinsa, la mayor suspensión de pagos  de la historia española, son testigos de un tiempo de crédito feliz.
Ahora  que se está fraguando el posible fin de la centenaria caja alicantina,   la respuesta del Gobierno valencia
no no ha sido muy diferente de la que  ha puesto en práctica en otras situaciones conflictivas: negar la  realidad y acusar a los socialistas, en este caso al Gobierno. Así, el  presidente de la Generalitat, cuando se veía venir que los socios de la  CAM en Banco Base, asustados por las cuentas reales de la entidad y las  consecuencias que tendría una unión con ella, empezaron a maniobrar para  dejar sola a la alicantina, no  tuvo el menor empacho en culpar de lo  que sucediera al Banco de España, que, ciertamente, no ha tenido una  actuación sobresaliente en todo el proceso de reestructuración, aunque  es muy probable que se haya limitado  a hacer lo que ha podido o lo que  en un principio le d ejaron hacer gobiernos autonómicos como el  valenciano, que se resistieron inicialmente a ceder el poder añadido que  les conferían sus respectivas cajas y torpedearon operaciones que,  financieramente, tenían más sentido que las que luego se formalizaron.
Las explicaciones de VelaDías  más tarde, consumada la defunción del Banco Base, el Consell quiso  hacer un pronunciamiento público sobre su posición al respecto. No  compareció Camps, ni siquiera el vicepresidente económico, Gerardo  Camps, el mismo que en 2009 auguró pérdidas para la CAM en 2010. A toda  prisa, se convocó una rueda de prensa en la que el director general de  Economía, José Manuel Vela, dijo, sustancialmente, tres cosas: que no le  parecía "grave" lo que estaba sucediendo, que no había que "demonizar" a  los gestores de las cajas y que la Generalitat no tenía ninguna  responsabilidad al respecto, porque es administración tutel ante de las  cajas, pero desde un punto de vista jurídico-administrativo, y, como el  problema de la CAM se derivaba de las exigencias de solvencia del  Banco  de España -unos requisitos que fueron consecuencia, entre otros motivos,  de la necesidad de la entidad de debilitar su capital para cumplir con  las crecientes provisiones para dotar la cada vez mayor morosidad por  su, digamos, atrevida gestión- el culpable no podía ser otro que la  institución presidida por Miguel Ángel Fernández Ordóñez. R
esulta  chocante oír a los miembros del Consell echar balones fuera cuando su  brazo financiero, el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), tiene entre  sus misiones  "ejercer las funciones relativas al control, inspección y  disciplina de las entidades financieras que estén bajo tutela de la  Generalitat, así como de la banca privada, en los términos que disponga  la legislación básica estatal". Es cierto, como explicaron fuentes  financieras consultadas por este diario, que la función supervisora -a  excepción de las entidades que sólo operan en la Comunitat Valenciana-  corresponde al Banco de España, que también es el que se encarga de  realizar inspecciones periódicas a todas las entidades financieras, pero  no lo es menos que el IVF 
tuvo acceso siempre a toda la información  relacionada con las entidades que operan e n la autonomía bajo su tutela,  incluidas las inspecciones. "La Generalitat  era conocedora de la deriva  de la CAM [y de Bancaja] y, aunque no podían forzar ciertas  actuaciones, sí podían influir en los gestores de la caja a través de  sus representantes en el consejo de administración", apunta una de las  fuentes consultadas.
esulta  chocante oír a los miembros del Consell echar balones fuera cuando su  brazo financiero, el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), tiene entre  sus misiones  "ejercer las funciones relativas al control, inspección y  disciplina de las entidades financieras que estén bajo tutela de la  Generalitat, así como de la banca privada, en los términos que disponga  la legislación básica estatal". Es cierto, como explicaron fuentes  financieras consultadas por este diario, que la función supervisora -a  excepción de las entidades que sólo operan en la Comunitat Valenciana-  corresponde al Banco de España, que también es el que se encarga de  realizar inspecciones periódicas a todas las entidades financieras, pero  no lo es menos que el IVF 
tuvo acceso siempre a toda la información  relacionada con las entidades que operan e n la autonomía bajo su tutela,  incluidas las inspecciones. "La Generalitat  era conocedora de la deriva  de la CAM [y de Bancaja] y, aunque no podían forzar ciertas  actuaciones, sí podían influir en los gestores de la caja a través de  sus representantes en el consejo de administración", apunta una de las  fuentes consultadas.De todo lo anterior se deduce que la  Generalitat conocía, cuando Camps abogaba por que CAM y Bancaja  lideraran proyectos nacionales, los balances de las cajas  y, en  consecuencia, cobra un cariz tremendo el anuncio de su conseller de  Economía de que la alicantina  tendría pérdidas el año pasado. No fue  así, según los datos presentados ante la CNMV y el supervisor, pero esas  cuentas ahora están en entredicho al ser motivo de la ruptura del Banco  Base. ¿Sabía entonces Gerardo Camps que la CAM estaba mucho peor de lo  que parecía? Su principal
 respuesta fue tratar de fusionarla con  Bancaja, una operación en aquel momento inviable por sus elevados costes  y el rechazo alicantino -el mismo que ahora, respecto a los asturianos,  puede llevar a la entidad a ser troceada-, pero que tal vez se hubiera  podido producir si la Generalitat hubiera utilizado con anteriori dad su  tremenda influen cia a través de los consejeros que nombra -y en la  última renovación el PP se apropió de la mayoría de las plazas para  castigar al PSPV por Gürtel- para poner freno a la política de los  gestores de competir directamente con la otra para hacer imposible la  unión.
 respuesta fue tratar de fusionarla con  Bancaja, una operación en aquel momento inviable por sus elevados costes  y el rechazo alicantino -el mismo que ahora, respecto a los asturianos,  puede llevar a la entidad a ser troceada-, pero que tal vez se hubiera  podido producir si la Generalitat hubiera utilizado con anteriori dad su  tremenda influen cia a través de los consejeros que nombra -y en la  última renovación el PP se apropió de la mayoría de las plazas para  castigar al PSPV por Gürtel- para poner freno a la política de los  gestores de competir directamente con la otra para hacer imposible la  unión.La carrera inmobiliaria
Lo mismo podía  haber hecho respecto de la enloquecida carrera de financiación  inmobiliaria llevada a cabo por las dos cajas valencianas, fruto de la  cual el año pa sado el 76 % del volumen total de créditos concedidos por  Bancaja estaba relacionado de una forma u otra con la vivienda. ¿Por qué  los miembros de los consejos de administración de las dos entidades no  pusieron freno a la política de expansión de los equipos directivos?  ¿Tendrá, por cierto, algo que ver la presencia de varios constructores  entre los citados vocales?. No menos significativa ha sido la  utilización de las entidades de ahorros valencianas por parte de la  Generalitat como instrumentos financieros en cualquiera de las aventuras  que la administración autonómica dirigida por el PP ha emprendido en  estos últimos quince años, todas ellas de mucho relumbrón y una mayoría  ruinosos.
Muchos cambios en Bankia en menos de un año de vida
Bien  cierto es que hay que hacer de la necesidad virtud, pero no lo es menos  que el proceso en el que está inmersa Bancaja -el proyecto de Bankia  con Caja Madrid y otras cinco cajas de menor tamaño- ha sufrido cambios  de calado desde su anuncio en junio de 2010, así que no sería de  extrañar que se vean antes de lo previsto algunas medidas auguradas por  los expertos, como una conversión de las cajas asociadas en meras  fundaciones, conforme su peso se vaya diluyendo por la entrada de  inversores, o una futura uniformización de la marca que suponga la  desaparición de las denominaciones Bancaja o Caja Madrid en beneficio de  Bankia.
  De  momento, por necesidades del guión, el grupo creado en torno  a un SIP se ha transformado en un banco, el Banco Financiero y de  Ahorros (BFA), que, p ara contentar a los futuros inversores, ha sido  dividido en dos: el propio BFA, con los 53.000 millones de activos  malos, y una firma de banca privada de Caja Madrid, Altae, que será  rebautizada como Bankia y que saldrá a bolsa con los mejores activos del  grupo (275.000 millones). Este cambio deja en el aire uno de los  compromisos iniciales, que la sede social del banco estuviera en  Valencia, dado que Altae está ubicado en Madrid. Y los consejeros que  tan alegres se vieron designados para el BFA, muchos de ellos con un  claro cariz político y entre los cuales están por Bancaja Rafael  Ferrando, José Luis Olivas, José Rafael García-Fuster, Antonio Tirado y  Ángel Villanueva, viven ahora la incertidumbre de si les nombrarán para  Bankia o si ya sólo perman ecerán en el BFA, a gestionar lo que  maliciosamente ya se ha calificado de "inmobiliaria", que, eso sí,  estará en Valencia.



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